Elige Tu Propia Aventura

Te sientes bien contigo misma, te ves guapa, hoy tienes el pelo estupendo, te brilla la piel, has ido de compras y la ropa que estrenas te favorece un montón, estás positiva, relajada y... con ganas de guerra.

Quedas con tus amig@s y sales por ahí a pasártelo genial, a quemar la ciudad, la noche y los bares.

Resulta que como consecuencia de tu buen karma... ¡ligas!

Son altas horas, y ha llegado la hora de decidir...

¿En tu casa o en la mía?

(En esta historieta ambas vivís solitas e independientes)

a) En casa de la otra.

b) En la tuya.


Si eliges la opción a) pasa a la página 154.
Si eliges la opción b) pasa a la página 176.

Página 154.

La has cagado maja, su casa está a tomar viento de lejos. Os sentáis en el sofá a montárosolo y notas algo pegajoso en tu trasero: un trozo de pizza! Pasáis al dormitorio y te das cuenta de que esas sábanas llevan sin cambiarse varias semanas. A pesar de ello tratas de relajarte y disfrutar pero el sexo la velada resulta ser una castaña pilonga, para rematar hay un gato en la habitación que os mira fijamente, y solo deseas salir de allí cuanto antes y despertar de ese mal sueño. No hay foma de conseguir un taxi y no tienes ni pajolera de dónde estás. Terminas la noche caminando bajo el frío orientándote por el vuelo migratorio de los patos y consigues llegar a una boca de metro de la zona C-3, que pasado un buen rato, por fin abre sus puertas y puedes montarte y marchar a casa.


Página 176.

La has cagado chata. Llegáis, y además de sentirte en tu terreno, has hecho limpieza y da gusto estar en casa, también tus sábanas favoritas están recién puestas y huelen a suavizante del que te gusta. Te portas como una pedazo de mujer, le pones vinito, música para tucutú (que diría la Desgra), y efectivamente os ponéis al tucutú. Como te sientes maravillosa esta noche, lo das todo y ella queda encantada, encantadísima, cosa que a tí no te ocurre igual y quedas bastante decepcionada. Ella se te abraza al cuello mientras planea mentalmente cuándo hacer las maletas para venirse contigo, y al mismo tiempo tu piensas en cómo zafarte de sus brazos y darte la vuelta para dormirte. A la mañana siguiente despiertas, empiezas a recordar qué ocurrió anoche, te giras, y exclamas un Oh my God... Entonces ella te mira con mucho amor y vuelve a agarrarse a tu cuello, y esta vez no hay manera de soltarse si no es con violencia. No consigues que se marche hasta mediodía cuando mientes diciendo que tienes una comida familiar. Ella se despide, y tu respiras al cerrar la puerta, pero tu corazón se encoge cuando caes en la cuenta: sabe dónde vives!

Sabiendo las ventajas e inconvenientes...

¿Qué preferís?

¿En tu casa o en la mía?