La Mujer De Rojo

La noche empezó como siempre: yo puntual y esperando, estoy acostumbrada y no me lo tomo mal. Unas cañas caseras, y después una terraza. Coca-cola light, luego una caña, y luego otra más, que sin que yo opinase (me dejé) se convirtió en un ron-limón.

La extraña pandilla se fue formando poco a poco. Un simpático chico rodeado de mujeres que no se había visto en otra así en su vida, una profesora de pádel que pensamos que entiende, y después su supuesta novia. Observo y confirmo: estas dos son novias como yo me llamo Hormiga.

Entramos todos en nuestro antro favorito. Llevábamos sin ir más de un mes debido a los compromisos vacacionales, y Prado, la dueña, nos saluda con su habitual sonrisa y nos dice que tenemos la lista llena de cruces por haber faltado tanto. Nos regala un abanico del aniversario del bar que nos perdimos hace unos días.

Aparece Virgi, mi compi de dardos, la saludo y me dice que ha visto en una tienda de disfraces unas gafas con forma de perrito y se ha acordado de mí. Soy la reina de los complementos y todo el mundo lo sabe. Terminaré llevando esas gafas alguna noche.

Después entra mi pequeño hermano, el publicista becario de Vodafone, guapísimo, qué ilu que se haya escapado de Madrid y haya aparecido por sorpresa. Quedamos en vernos mañana en casa de los papis para comer y para que me de todas las cosas que me dejé en su casa en el finde del orgullo.

Descen se queda un segundo sola y se le acercan porque sí, a hacerle compañía, los primos. Una chico y una chica de un pueblito cercano que son primos y los conozco de vista. Él comenta que debe ser el único mariquita que no ha ido al concierto de Madonna. Qué majos son y no nos conocemos practicamente de nada!

Les contamos a profe de pádel y consorte nuestro finde orgulloso. Creo que empiezan a darse cuenta de que no son las únicas entendidas del grupo. Un poco después deciden retirarse a casa.

Le comentamos al simpático chaval rodeado de mujeres que tenemos la sospecha de que estas dos son novias. Él, como buen machote se encuentra encantado con la idea, pero dice que no se ha dado ni cuenta, que o es muy evidente, o el gaydar ese que le hemos explicado no se le activa.

Mientras sucede todo esto, una chica con camiseta roja de tirantes, pantalón por la rodilla blanco y alpargatas rojas, pelo castaño rizado cogido en una coleta y una cara muy guapita, se encuentra en el grupo de al lado. Y no son imaginaciones mías: no deja de hacer ojitos! Cada vez que miro está ahí, haciéndose ver, no me lo invento, que una es inocente como el palo de un chupa-chups, pero no tanto!

Después de unas copillas decidimos retirarnos. Más que nada lo deciden ellos, porque yo soy la única que no madruga (no pienso pedir perdón por no tener que madrugar, que estoy harta, sos jodís y punto).

Cuando vuelvo a casa un poco cabizbaja y manos en los bolsillos, levanto la vista y al fondo de la calle veo dos siluetas, que poco a poco se van acercando y cuando nos cruzamos una de ellas resulta ser la mujer de rojo. Mirada fulminante! Y cuando hemos pasado diez metros me giro y... mirada fulminante!

Yo no estoy acostumbrada a estas cosas! Voy de chulita por la vida y con dos miraditas me vengo abajo!

¿¿Qué me pasa doctor??

De cualquier forma, una noche de jueves que me alegra no haber cambiado por el pádel nocturno que nos ofrecieron a última hora. Eso sí, me he apuntado a un torneo para este fin de semana donde sí, todos son chicos menos yo... dónde están las niñas que juegan al pádel? Ummm jugará la mujer de rojo al pádel? Estén atentas a su pantalla amiga!