21 ene 2013

Regalos

La noche de reyes ya queda lejana, pero he de contaros que para mí es uno de los días más especiales del año, y debido a las circunstancias esta vez no hemos podido celebrarla como siempre. Aun así, la tarde del día 5 pacté con mi madre irnos cada una por su cuenta y comprar a la otra un regalo para abrir la mañana del 6. Madrugamos para ver a mi padre, después nos pegamos un desayuno de zumo natural, café y cola-cao, y mollete antequerano con tomate, y luego subimos al apartamento a darnos los regalos y pasar la mañana en pijama leyendo tan panchas. Fue diferente, pero cuando la situación es la que es, aprendes a valorar esas pequeñas cosas y disfrutarlas a tope. 

Eché de menos a La ÑiÑa, porque además su cumple es por estas fechas y es aún más especial todo. De todas formas nos hemos adaptado a lo que había, y cuando nos reencontramos el día 7 nos dimos nuestros regalos de reyes y no pude menos que reirme muchísimo y flipar con lo claritos que tenía mis regalos para este año...

Un maravilloso patinete de ruedas enooormes...



 Y... chan cha chaaaan... el gimnasio de playmobil!!


(Lo sé, soy una friki, pero me hizo fe-liz! :-)


Pero el mejor regalo es que mi padre mejora muy despacito, ya le tenemos por lo menos cerca de casa, y aunque impacta verle tan débil, seguimos empujando. 

Aunque yo sigo acojonada, poco a poco vamos recuperando la semi-normalidad y creo que podré atender, éste, mi blog, con la frecuencia y el cariño que se merece!

8 ene 2013

A las 8, a las 13 y a las 18.

Llevo queriendo escupir un post desde lo más hondo de mi estómago desde hace semanas, pero estas navidades han sido tan de locos que me ha sido totalmente imposible, además de que lo que quería escupir iba aumentando día tras día y se me acumulaba tanto por decir que al final no decía nada. 

Hoy he vuelto a las rutinas y tiraré de fines de semana, pero me siento muy rara, tengo un cóctel de sensaciones metido aquí dentro que no termino de ubicarme.

Mi padre tuvo un accidente hace unas semanas, en realidad ya ha cumplido más de un mes metido en el hospital y lo que le queda; los días se me han mezclado unos con otros, hemos hecho turnos, viajes (está ingresado lejos de casa), relevos entre todos para visitarle cada día puntualmente en la uci, a las ocho, a la una y a las seis; y empujar con él, animarle, hablarle cuando estuvo sedado, darle de comer cuando está despierto, estirarle los gemelos, rascarle la espalda y cogerle de la mano.

Antes de todo esto andaba un poco distanciada de él, las decisiones personales que he tomado ultimamente le hicieron distanciarse de mí. Decirle que mi pareja era una chica, ir con ella a casa aunque no le gustase, anunciarle que me casaba, contarle que me mudaba de ciudad con ella... lo aceptaba con resignación y nuestra relación se enfriaba, cuando yo siempre había sido la niña de sus ojos.

Entré al box de la uci y estaba nervioso. Le habían hecho una traqueotomía temporalmente para facilitarle la respiración, y no podía hablar. Ideé un método para que nos dictara pequeñas palabras y pudiéramos medio entendernos. Y entonces empezó a dictarme.

La P, la E, la D... PEDIR

Y ahora la P, la E, la R, la D... PERDÓN

¿Pedir perdón? No te preocupes, ha sido un accidente, tú descansa.

Entonces levantó su mano escayolada, me señaló con el dedo, y vocalizó: A TÍ.

Yo respiré hondo y le dije que no tenía que pedirme perdón por nada, y que lo único que tenía que hacer era recuperarse y no gastar energías ni "letras" en esas tonterías.

Entonces me obligó a seguir escribiendo:

La M, la U... MUY
La I, la M, la P... IMPORTANTE

Le abracé con cuidado para no llevarme ningún cable por delante y le insistí en que no tenía que pedir perdón por nada, ni yo perdonar nada. Y finalicé la "conversación".

Estos días siento que me he hecho mayor, esto es demasiado para mí; y a la vez me siento una niña, solo queriendo que su padre se cure y vuelva a casa.

Pero va mejorando, aunque él no se lo quiera creer, va dando pequeños pasitos y todos seguimos animándole, y mientras, en cada visita a las ocho, a la una y a las seis, voy redescubriendo al que siempre ha sido cariñoso, trabajador, honrado, viajero y aventurero y que nos ha contagiado a todos la pasión por vivir y disfrutar de todo lo que nos haga felices.