He leído un librito sin más pretensión que pasar un ratillo agradable leyendo algo fácil y tontorrón. Se trata de un libro de (atención) Nuria Roca, que le publicaron con la excusa de que hacía el llamado Consultorio Seximental en un programa de radio hace tiempo, y se descubrió hablando de sexo con cierta gracia y sobre todo sin tapujos.
Son capitulillos cortos y tienen su puntito, así que he decidido compartir algunos con vosotras con la siempre lícita finalidad de pasar un rato pensando en tontás, y de paso opinar si procede!
No es que yo no piense en otra cosa, pero lo cierto es que siempre te das de bruces con el sexo. Es inevitable. No estoy del todo de acuerdo con Freud en eso de que la fuente principal de nuestras neurosis sean los deseos inhibidos; tampoco en la frase de Woody Allen de que "en el mundo solo hay dos cosas importantes: la primera es el sexo y la segunda no la recuerdo"; ni tampoco comparto la teoría de una amiga mía, que dando un paso más en el pensamiento de Freud Y Allen, asegura que hay que aprovechar cualquier oportunidad ya que "no hay nada que no se quite con un buen lavado".
A mí no me parece que el sexo sea para tanto, pero algo de verdad sí que debe de haber en todos esos pensamientos. Quizá la explicación la leí en un estudio que decía que cada día nos cruzamos al menos con diez personas con las que en condiciones idóneas mantendríamos una relación sexual. Sin embargo, no la mantenemos. Se trata de personas que se sientan a nuestro lado en el autobús, nos venden el periódico, nos ponen el café, son nuestros nuevos compañeros de trabajo, van con nosotros en el ascensor... La cifra es inquietante. Diez personas con las que nos acostaríamos y con las que la en la mayoría de los casos no pasamos de dos castos besos en las mejillas. ¿Es, por lo tanto, el sexo una fuente inagotable de frustración? ¿Es sano reprimir tanto el deseo? ¿Llevará razón mi amiga?
Habrá que rendirse a la evidencia y poensar que cada una de nuestras acciones tiene que ver con el sexo: coger el autobús, quedar con un amigo que tiene un problema, negociar un contrato, elegir un vestido, quedar con otro amigo que no tiene ningún problema, comprar el pan... Sí, hasta algo tan aparentemente normal como comprar el pan.
Es mejor reconocer que el sexo nos persigue y que de vez en cuando lo mejor es que nos atrape. No digo yo que diez veces al día, porque eso supongo que acabará siendo doloroso, ni tan siquiera diez veces a la semana; pero propongo que diez veces al mes puede ser un número muy interesante de relaciones. Con la misma persona o con personas diferentes, en los mismos lugares o en sitios diferentes. Por ejemplo, en la panadería. Porque como dice mi amiga: "¿Tú has visto la forma que tienen las barras?". La vida está llena de provocaciones.
Son capitulillos cortos y tienen su puntito, así que he decidido compartir algunos con vosotras con la siempre lícita finalidad de pasar un rato pensando en tontás, y de paso opinar si procede!
No es que yo no piense en otra cosa, pero lo cierto es que siempre te das de bruces con el sexo. Es inevitable. No estoy del todo de acuerdo con Freud en eso de que la fuente principal de nuestras neurosis sean los deseos inhibidos; tampoco en la frase de Woody Allen de que "en el mundo solo hay dos cosas importantes: la primera es el sexo y la segunda no la recuerdo"; ni tampoco comparto la teoría de una amiga mía, que dando un paso más en el pensamiento de Freud Y Allen, asegura que hay que aprovechar cualquier oportunidad ya que "no hay nada que no se quite con un buen lavado".
A mí no me parece que el sexo sea para tanto, pero algo de verdad sí que debe de haber en todos esos pensamientos. Quizá la explicación la leí en un estudio que decía que cada día nos cruzamos al menos con diez personas con las que en condiciones idóneas mantendríamos una relación sexual. Sin embargo, no la mantenemos. Se trata de personas que se sientan a nuestro lado en el autobús, nos venden el periódico, nos ponen el café, son nuestros nuevos compañeros de trabajo, van con nosotros en el ascensor... La cifra es inquietante. Diez personas con las que nos acostaríamos y con las que la en la mayoría de los casos no pasamos de dos castos besos en las mejillas. ¿Es, por lo tanto, el sexo una fuente inagotable de frustración? ¿Es sano reprimir tanto el deseo? ¿Llevará razón mi amiga?
Habrá que rendirse a la evidencia y poensar que cada una de nuestras acciones tiene que ver con el sexo: coger el autobús, quedar con un amigo que tiene un problema, negociar un contrato, elegir un vestido, quedar con otro amigo que no tiene ningún problema, comprar el pan... Sí, hasta algo tan aparentemente normal como comprar el pan.
Es mejor reconocer que el sexo nos persigue y que de vez en cuando lo mejor es que nos atrape. No digo yo que diez veces al día, porque eso supongo que acabará siendo doloroso, ni tan siquiera diez veces a la semana; pero propongo que diez veces al mes puede ser un número muy interesante de relaciones. Con la misma persona o con personas diferentes, en los mismos lugares o en sitios diferentes. Por ejemplo, en la panadería. Porque como dice mi amiga: "¿Tú has visto la forma que tienen las barras?". La vida está llena de provocaciones.
Y ahora yo pregunto...
¿La fidelidad es una imposición cultural/social?
¿Somos las lesbianas más/menos/igual de infieles que los demás?
7 comentarios:
Tengo ese libro y me encanta.
Lectura sencilla, amena y divertida.
La parte del trío es de mis preferidas. O la de que las mujeres que no fantasean con otra mujer no existen, y si existen no estan vivas.
La fidelidad es una imposición cultural. Al principio la mujer tenía hijos creados "de la nada". Engordaba y salían de ella. Estaba claro que eran suyos pero ¿qué tenía ahí que ver el hombre? Cuando se conoció el papel del varón resultó que era imposible confirmar que los niños eran realmente de ese padre. La forma más sencilla de asegurarse la paternidad: fidelidad. Así él confirma que el bebe es suyo y ella a cambio se beneficia de la ayuda del varón para cuidar al retoño.
Es mera conveniencia.
Hoy en día ¿Es necesaria la fidelidad?. Yo creo que no.
Para mí, lo importante es la fidelidad emocional. La sexual no la necesito.
Yo soy sincera ante todo. Y tengo que decir que el texto me ha parecido muy aburrido.
La fidelidad es parte de la cultura de nuestra sociedad, eso está claro. También está claro que se podría tener una relación sexual satisfactoria con gente que te cruzas por la calle. ¿Diez? No me parece mucho teniendo en cuenta con cuanta gente nos podemos cruzar. Pero supongo que aquí habla del acto físico puro y duro porque seguramemte no todas nos atraerán fisicamente. Y eso tampoco es tan dificil...
Y creo que ser lesbiana no tiene nada que ver con ser más o menos infiel. Eso es algo particular de cada cual, sea hetero, lesbiana, bi, asexual o ninfómana.
A veces las lesbianas tendemos a actuar con roles patriarcales. Quién no ha presenciado el duelo de titanes que se produce cuando dos bolleras alfa pugnan por ser las ligonas del grupo? Pero infieles? Yo creo que igual que todo el mundo...
Por cierto, se me escapa mi vena..."El sexo no lo es todo, pero está en todo" Freud.
No creo que el ser o no lesbiana deba condicionar para ser o no infiel...También supongo que cada persona entiende de manera distinta los límites de la infidelidad...
En fin, que pensando en esas 10 personas diarias con las que me cruzo y que podría dar lugar a sexo...upsss...prefiero no pensar mucho...que en mi ofi se me sientan al día...much@s viej@s pellej@s...jajaja... :P
Bsoss
Yo me he eido los este libro y el otro, y son graciosos.... a mi me gustaronn!!!
y creo que la infidelidad no entiende de sexoss, sino de cabezasss!!!!
muacaaaaa
Yo soy muy fiel, tan fiel, que nunca he sido infiel (físicamente).
Más que imposición, en la actualidad yo hablaría de "construcción"... A las duras, nadie nos obliga más que nosotrxs, ¿no?
No veo tampoco distinciones según orientación.
Y ya que estamos con las citas... ¿el sexo no era un sustituto del chocolate? (no, no me estoy equivocando, ¡jajajajaja!)
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