20 ene 2011

La Abuela

Cuando éramos pequeños, los domingos íbamos a su casa y nos daba la paga. Sacaba un manojo de llaves del bolsillo de su bata, abría un escritorio de madera maciza, sacaba una lata de crema nivea llena de monedas y nos daba cinco duros para ir a comprar chucherías a Bombín. En su casa había un patio enorme donde jugábamos a nuestras anchas, era mejor que jugar en la calle, con una alberca en la que nunca llegué a bañarme, y un trastero/almacén/habitáculo lleno de cosas misteriosas.

Después llegó Mercadona y compró la gran casa, hizo un bloque de pisos y ella comenzó a vivir en uno de ellos. Ya éramos más mayores, ella también, y vivir en un amplio y confortable piso a sus anchas quizá tuviera su lógica, a pesar de que a todos se nos rompió una parte de nuestra infancia cuando la casa de Monescillo fue derruída.

Seguía visitándola a menudo. Me encantaba pasar por su casa una tarde cualquiera, sacar una coca-cola de la nevera y sentarme a su lado a que me contase mil historias de su propia vida. Para mí era como ir al cine pero gratis, y mucho más real, además de saber que nunca saldría decepcionada por la película. De cómo mataron a su padre nada más empezar la guerra y no se enteraron hasta que terminó. De cómo anduvieron escondiéndose en casas de amigos, en otros pueblos de la zona. De cómo me describía con esa gracia lo pavisosas y poco resueltas que eran sus hermanas y su propia madre, y era ella la que tenía que salir a buscarles la vida, la comida y las provisiones. Que estando escondidas en un remoto pueblo donde nadie sabía leer ni escribir, ella se ganaba los tomates y las patatas escribiendo cartas a los novios de las mozas que estaban en el frente. Ellas le dictaban unas borriquerías muy grandes, de todo lo que les iban a hacer cuando volvieran, y mi abuela las suavizaba como podía... Y cómo se hacían kilómetros y kilómetros en burro para conseguir harina y hacer pan. Y cómo se le encogía el corazón cuando asomaba la nariz por las cortinas en las noches cerradas, y veía pasar corriendo a alguno y a los pocos segundos oía un disparo y lo veía caer al suelo muerto.

Y así miles de historias. Yo las escuchaba ojiplática perdida, unas veces se me encogía el corazón y otras lloraba de la risa.

Leía cada día el periódico desde la primera letra de la portada hasta la última palabra de la contraportada. También revisaba la programación de la tele, seleccionaba y grababa películas en VHS, llegando a tener un montón de estanterías plagadas de grandes clásicos del cine. Y pasaba las madrugadas leyendo libros de historia hasta que el sol asomaba y entonces se iba a dormir.

Siempre que me veía aparecer con mi chándal y mis "patas al aire" me agarraba con todos los dedos las pantorrillas y me decía que me cambiaba las piernas, que las suyas estaban malitas y que ella quería salir a la calle y no podía. También decía que había nacido en la época equivocada, que no le dejaron hacer casi nada y que nosotras teníamos que aprovechar y hacer lo que nos diera la gana siempre (tomé nota, tomé nota).

Le encantaba el fútbol, era una madridista de tomo y lomo. Recuerdo cuando nació Digital Plus, y mi abuela se abonó exclusivamente para ver el Madrid-Barça de turno. Le insistía al teleoperador que solo se abonaba si la instalación se la hacían a tiempo para ver el partido. Y cuando veía el fútbol hablaba con los jugadores desde su butaca: ¡Pero pásala! ¡Pero venga so borrico, chuta ya!

En otra ocasión íbamos de viaje y paramos a tomar algo. La terraza estaba repleta de gente, y mi madre pidió al camarero que por favor nos hiciera sitio como fuera, que venía con su anciana suegra de viaje y necesitábamos asiento rápido. Una vez que nos colaron y nos sentamos, el camarero tomaba nota de lo que queríamos tomar, a lo que ella contestó: "A mí me traes dos tubos de cerveza: uno para bebérmelo de golpe y quitarme la sed, y otro para beberlo despacito". Entonces yo quise meterme debajo de la mesa de la vergüenza, jaja!

Ha pasado el tiempo y aunque hablo en pasado de ella, sigue con nosotros. Lo que ocurre es que soy una cobardica y cada vez me cuesta más ir a verla. Veo cómo ha perdido visión y ya no puede leer sus libros, y ahora no oye bien y se cabrea, ayer mismo decía que vaya plan, que no oye y que cuándo se le va a pasar. Lo dice con una gracia que tengo que reirme, pero en el fondo por dentro estoy muerta de miedo porque veo que poco a poco se va yendo, y no quiero.


Crió a siete hijos, tuvo la suerte de poder viajar mucho, aunque siempre en el Forito y por la piel de toro, ya que a mi abuelo los aviones le daban pánico. Siempre ha sido lista, buena, cariñosa y con una lengua de lo más afilada. Y ahora hago un esfuerzo cuando voy a visitarla porque voy con el corazón apretadito, pero cuando salgo de su casa me voy con el corazón contento, porque mi abuela ha sido y es un regalo pero que muy grande.



13 comentarios:

bekiddo dijo...

vaaaya, qué post tan bonito, hormiga, me has emocionado, de verdad... Yo quizá con mis abuelos no he tenido ese feeling (da para un post), pero mi padre tiene casi 83 años,está muy bien, pero ve muy muy poco y no dejo de pensar muchas veces que el tiempo pasa a veces demasiado deprisa. Un besazo y disfruta cada instante.

Panochita dijo...

Jo, me he emocionao... Creo que has tenido mucha suerte, y cada día que compartas con ella, será un regalo.

Hei Jei dijo...

toy llorando como una magdalena :_(

disfruta de ella, los míos se fueron hace algo más de un año y los echo de menos a rabiar.

un abrazo de oso! :)

Saltinbanqui dijo...

Precioso Hormi.
Un abrazo
:)

cric dijo...

Mi abuela murió hace cinco años. Tenía con ella una relación fantástica, como tú. También me pasaba que al final iba a verla poco porque no quería verla tan fragil. (Pudo vivir sóla hasta las dos últimas semana que estuvo enferma). Y me arrepiento muchas veces de eso.

Ross dijo...

Que suerte que tienes y sobretodo ella de tenerte como nieta. Yo nunca pude disfrutar de una relación asiy a veces me da mucha nostalgia. Me ha encantado esta entrada y la verdad, te digo que creo que has de parecerte a ella porque contigo a veces reimos y otras nos emocionamos. Un saludote enorme y disfruta mucho muchísimo de ella. :-)

Blau dijo...

Hormigaaaaaaaaaaaaaaa, joooo estoy llorando...bonito, yo no tuve abuelos.

copo dijo...

Muuuuacccckkkkkkkkk!!!!

Te lo has ganao......

Amparo dijo...

Aprovecha todo el tiempo que os quede juntas, luego te habrás arrepentido de no haberla visitado más.

Bsus de Amp

Nosu dijo...

reflejada me hallo en esa cobardía, de visitarla poco para no ver en qué poquita cosa se ha quedado... a pesar que me siento fatal por ello. Ha quedado postrada en el sofá y es dependiente para todo, lo cual acentúa esa sensación.
Tenemos que disfrutar de ellas mientras sigan entre nosotras.

pascuala dijo...

me he emocionado muchísimo con tu post, yo perdí hace 2 años a mi abuela, y no hay día que no la recuerde, hablas de la tuya y me recuerda a la mía, son mujeres fuertes, de toma y daca, adelantadas a su tiempo porque sufrieron mucho, y con unos arreos que poca gente tiene, les tocó épocas duras. Ve a visitarla porque luego te arrepentirás, cuando la mia se puso muy malita mi hermano no pudo ir a verla al hospital no queria verla así y esos dias no fué, para quedarse con su recuerdo bueno, no veas todo lo que se arrepintió despues.
Gracias por tu post, esas letras son un regalo para todas.
Un besin*

Anónimo dijo...

Qué bonito :)MartaH.

Unknown dijo...

gracias Cati por recordarme a la abuela, que la veo ahora y se me olvida lo que he disfrutado con ella.