Gustirrinín

No sé si es cuestión de ying-yang, o de fuerzas electromagnéticas que controlan el universo (vale, me quedan cuatro capítulos para terminar de una vez "Lost"), pero en cuanto a relaciones, siempre termino encasillada en el papel de desastrosa, caótica, o desorganizada. Y yo, que soy quien mejor me conoce, prefiero decir que soy aventurera y me gusta improvisar...

La cuestión es que esta vez ha ocurrido algo que me ha dibujado una gran sonrisa de satisfacción que lleva días pegada a mi cara y no se quita...

Resulta que en unas semanas tenemos nuestro esperado viaje a Londres. Cierto es que La ÑiÑa ya ha sacado guías de la biblio, mirado mapas, itinerarios, conexiones, etc. Que ha ido al banco y ha encargado su buen puñado de libras, y tiene pensada la ropa que se llevará para soportar el frío y poder turistear a gusto.

Pero el otro día, raro en mí, se me ocurrió preguntarle si tenía su pasaporte en regla. Ella me miró con cara de: pequeña, lo tengo todo controlado, y me dijo que se lo renovó hace tiempo pero que tarda mucho en caducar. Yo entonces me callé e hice memoria de dónde podría estar el mío. En el cajón del mueble del salón? En la maleta? Acaso en la cisterna del váter? Cualquier posibilidad cabía, pero aparecería.

¿Y el suyo? Ajá! El suyo estaba localizado, pero días después de mi pregunta, me confesó que había descubierto que a estas alturas... su pasaporte estaba caducado! Entonces Super Hormiga al rescate le sacó cita para renovárselo al filo de la muerte, poquitos días antes de salir de viaje.

A lo mejor todo esto os parece una chorrada, pero cuando una es siempre la que pierde las cosas, la que se olvida de tantas otras, la que no se acuerda de días, horas, que olvida las entradas, de dónde ha dejado esto o aquello... Pues este tipo de cosas provoca un cosquilleo por la espalda de gustirrinín!

¿De qué bando sois?

¿Planifiqueitor?

¿Improviseitor?