En Tu Casa O En La Mía

Me habría gustado fugarme con ella a cualquier parte para recibir el año nuevo juntas, pero no pudo ser. Y como cada año, allí estaba yo cenando con mi family, mi padre mandando callar cinco minutos antes de los cuartos, tomando las uvas mientras mis sobrinos correteaban sin saber de qué iba el asunto, mi madre trayendo y llevando platos, en fin, lo de cada año.

Después de las campanadas salimos a la calle a tirar los ya tradicionales fuegos artificales.

Llamé a La ÑiÑa, le felicité el año, y le dije que NUNCA MAIS, que qué caca, que yo quería pasar todas las Nocheviejas junto a ella (que también estaba en casa en plan familiar).

El plan nocturno en esta pequeña ciudad no era muy allá, y entonces se me cruzó el cable, y decidí meter cuatro cosas en una mochila y coger el coche. La llamé por teléfono y la tanteé, para poderle dar una sorpresa.

- ¿Dónde estás? - Le pregunté.

- Nada, aun en casa de mis padres, tomaré algo y a dormir - respondió ella.

Eran las dos y media de la madrugada cuando salía de casa en dirección a la suya, a doscientos kilómetros. De pronto me dí cuenta de que cuando La ÑiÑa se duerme cae en coma profundo, y no la despertaría ni un terremoto. ¿Y si al llegar no oyese el timbre ni el teléfono? Mierda, tenía que contarle la verdad, que estaba de camino y que me esperase despierta. La volví a llamar.

- ¿Sigues en casa de tus padres? - Le volví a preguntar.

- Estooo... sí, aquí sigo - mintió.

- Bueno, que estoy de camino a tu casa, en dos horas llego! - confesé.

- ¡NOOOOOO! Que yo estoy camino de la tuyaaaa! - tuvo que confesar también.

- ¿Cómoooorlrlr? Jajajaa! ¿Pero has salido hace mucho? A qué altura estás?

- ¡A la altura del Parque Warner!

- Date la vuelta pero yaaaa, ¡que voy yo!


Entonces riéndome yo sola, metí quinta, encendí la radio y llegué hasta su casa en un par de horas. Y pasamos una increible Nochevieja.